Relatos de curación
Así como el árbol con hojas verdes y raíces sanas que se extienden junto al río, yo también era erguida, saludable, sustancial y buena.
Me volví a Dios para saber qué hacer. Quería confiar en Dios para sanar como siempre lo hemos hecho en nuestra familia, porque hemos experimentado maravillosas curaciones.
Me di cuenta de que mis oraciones diarias tienen el propósito de que comprenda cada día más claramente que la vida está en Dios.
Verdaderamente, el Señor es nuestra confianza: la tuya, la mía, la de todos.
La curación del dolor de espalda me inspiró a orar por las personas en la zona del terremoto, sabiendo que son hijos amados de Dios, tal como yo.
Me quedó claro que lo más importante en mi vida era mi relación con Dios, y que necesitaba poner eso en primer lugar.
Afirmando silenciosamente que mi naturaleza es espiritual, no material, rechacé este testimonio de los sentidos físicos porque era falso.
Afirmé que no estaba a merced del tiempo y del número de veces que la tierra había girado alrededor del sol.
El hombre, la idea de Dios, nunca puede estar cansado o agobiado, porque las energías divinas se renuevan cada día.
En la Ciencia Cristiana aprendemos a recurrir a la oración para resolver cualquier situación que no represente el reino de Dios.